Siento sus manos recorriendo todo mi cuerpo, encendiendo a su paso un fuego abrasador que no creía que existiera. Su boca me devora, su lengua me invade y siento como si poco a poco estuviera cayendo en un profundo abismo del que no quiero escapar.
Pero pronto mis labios dejan de satisfacerlo y tras acercarme aún más a él, si es que es posible, besa levemente mi rostro hasta perderse en mi cuello. Al sentir el cálido contacto en un lugar tan íntimo suelto un pequeño gemido, apenas perceptible, pero él parece escucharlo y se pone más nervioso aún.
La intensidad del momento es abrumadora y cada vez ansío más algo que desconozco pero, de repente sus labios dejan mi cuello y se separa bruscamente de mí. De repente siento la lluvia caer sobre mí, el frío hace de mi cuerpo su presa, y la soledad me envuelve otra vez. Fijo mis ojos en su intensa mirada, pero no consigo descifrar su mensaje, él respira agitadamente y mantiene aún los brazos alzados en mi dirección, pero se mantiene deliberadamente lejos.
No sé que decir o que hacer, debería haber dejado la fiesta en el mismo momento en el que lo vi entrar, pero no lo hice... y ahora debo pagar nuevamente las consecuencias. Los segundos pasan y ni una sola palabra sale de sus labios, su mirada sigue fija en mi pero en un gesto tan inescrutable que pronto me doy por vencida y dejo atrás el mirador. Intento avanzar con paso firme pero la lluvia y mi vestido empapado me lo impiden.
Otra vez desgarrada por dentro, sintiendo la vergüenza de haber caído en sus redes, la tormenta retumba en mis oídos sin dejarme escuchar nada más. Ni tan siquiera los agitados pasos a mi espalda, por lo que jadeo sorprendida al sentir sus gélidos brazos rodeándome.
- Por favor, no me importa rogar si hacerlo te trae de vuelta a mi lado. Mi mundo sin ti no es más que oscuridad. Tu eres mi luz, mi fuego, mi vida...
Sus palabras, teñidas de desesperación me llegan al alma y hacen que estalle en llanto. Quiero creerle, necesito creerle, pero el miedo a ser abandonada otra vez es más fuerte en mí. Me gustaría, por una vez, tener el valor de arriesgarme, de darme la vuelta y decirle que nunca más me separaré de su lado, pero no sé ni tan siquiera lo que quiere en realidad.
Porque ya me entregué una vez a él, completamente, y trato mis sentimientos y a mi misma como si nada le importaran, cómo si yo no fuera nada más que otra tarea pendiente de la que tuviera que encargarse. Cuando más lo necesitaba me dejó sola y sin ni siquiera saber porqué.
¿Cómo puedo confiar ahora?, ¿Cómo sabré si no me abandonará otra vez cuando ya no le sea necesaria?. No quiero pensar, sólo quiero abandonarme, dejar de sentir este dolor, pero mi mente racional me zahiere una y otra vez recordando todos esos meses de mutismo.
Intento soltarme pero él me abraza aún más fuerte y me acerca al edificio para que la lluvia no me golpee. Me da ligeramente la vuelta y coloca mi espalda contra la pared, dejándome atrapada entre el edificio y su recio cuerpo. Se acerca a mí y con la nariz acaricia mi cuello.
- Ya no sé como pedirte perdón, me comporté como un estúpido dando por hecho que eras como el resto de las mujeres. Pero cuanto más te conozco, descubro más diferencias ante ellas, y mi corazón más te quiere. Cada día sin ti no es más que una agonía, no soy capaz de comer, de dormir, ni de concentrarme en el trabajo, hasta mi familia se está viendo afectada por mi hosca actitud. Me comporte como un imbécil, pero no creo merecer semejante castigo. Te necesito más que a mi propia vida...
Quiero creerle, quiero creer que sus palabras son sinceras, alzo las manos y tras cogerle el rostro lo coloco frente a mí.
- Te equivocas, yo para ti nunca seré lo más importante, estás casado con tu familia y con tu trabajo, no hay sitio para mí en tu vida. Por favor, no me hagas sufrir más haciéndome anhelar algo que jamás tendré. Puedo parecerte una niña, una niña que no es consciente de su responsabilidad. Pero no puedo, simplemente no puedo ocupar el lugar que tu me ofreces. No seré nunca un objeto para nadie.
Veo un ramalazo de furia en sus ojos, y por unos instantes su rostro se transfigura. Dejo caer mis manos un tanto asustada de su actitud, más aún cuando veo como se cierra su puño y golpea con fuerza la pared a mi espalda.
- Basta ya de poner en mis labios cosas que no he dicho. Sí cometí una estupidez dándote el espacio que creí necesitabas, pero jamás has sido un objeto para mí. Debía cumplir ciertas responsabilidades antes de poder centrarme en mi propia vida, pero todo está arreglado, y no pienso permitir que ni tu, ni esa mujer te aparten de mi lado – Se acerca aún más hasta mí hasta que nuestras narices casi se tocan – Eres mía ¿comprendes?. Y no cejaré hasta que lo comprendas.
Sin una sola palabra más se separa de mí y vuelve al salón completamente empapado sin importarle lo que dirá la gente al verle. Pero yo no puedo, simplemente no puedo enfrentarme a todos ellos, ni puedo enfrentarme a mi misma... Me dejo resbalar por la pared sin importarme nada más, hasta perderme en el llanto, en la desesperación. Sigo sin comprender porqué le doy más importancia a mi orgullo antes que a todo lo demás, porque sigo empeñada en negar que a pesar de todo lo sigo amando como el primer día.
Lloro desconsolada abrigada por el fragor de la tormenta que me oculta del resto del mundo, pero no de él, que finalmente vuelve con una manta en las manos, me cubre con ella, y sin que pueda decir nada me toma en voladas y me lleva al interior de la casa por una de las puertas laterales.
El simple gesto me desgarra aún más, me hace comprender cuanto me quiere a pesar de todo lo que le he negado estos últimos meses. Sus gestos tiernos y cariñosos mientras me seca, me hacen llorar más, hasta que al final deja la toalla, y me toma simplemente entre sus brazos.
Pero pronto mis labios dejan de satisfacerlo y tras acercarme aún más a él, si es que es posible, besa levemente mi rostro hasta perderse en mi cuello. Al sentir el cálido contacto en un lugar tan íntimo suelto un pequeño gemido, apenas perceptible, pero él parece escucharlo y se pone más nervioso aún.
La intensidad del momento es abrumadora y cada vez ansío más algo que desconozco pero, de repente sus labios dejan mi cuello y se separa bruscamente de mí. De repente siento la lluvia caer sobre mí, el frío hace de mi cuerpo su presa, y la soledad me envuelve otra vez. Fijo mis ojos en su intensa mirada, pero no consigo descifrar su mensaje, él respira agitadamente y mantiene aún los brazos alzados en mi dirección, pero se mantiene deliberadamente lejos.
No sé que decir o que hacer, debería haber dejado la fiesta en el mismo momento en el que lo vi entrar, pero no lo hice... y ahora debo pagar nuevamente las consecuencias. Los segundos pasan y ni una sola palabra sale de sus labios, su mirada sigue fija en mi pero en un gesto tan inescrutable que pronto me doy por vencida y dejo atrás el mirador. Intento avanzar con paso firme pero la lluvia y mi vestido empapado me lo impiden.
Otra vez desgarrada por dentro, sintiendo la vergüenza de haber caído en sus redes, la tormenta retumba en mis oídos sin dejarme escuchar nada más. Ni tan siquiera los agitados pasos a mi espalda, por lo que jadeo sorprendida al sentir sus gélidos brazos rodeándome.
- Por favor, no me importa rogar si hacerlo te trae de vuelta a mi lado. Mi mundo sin ti no es más que oscuridad. Tu eres mi luz, mi fuego, mi vida...
Sus palabras, teñidas de desesperación me llegan al alma y hacen que estalle en llanto. Quiero creerle, necesito creerle, pero el miedo a ser abandonada otra vez es más fuerte en mí. Me gustaría, por una vez, tener el valor de arriesgarme, de darme la vuelta y decirle que nunca más me separaré de su lado, pero no sé ni tan siquiera lo que quiere en realidad.
Porque ya me entregué una vez a él, completamente, y trato mis sentimientos y a mi misma como si nada le importaran, cómo si yo no fuera nada más que otra tarea pendiente de la que tuviera que encargarse. Cuando más lo necesitaba me dejó sola y sin ni siquiera saber porqué.
¿Cómo puedo confiar ahora?, ¿Cómo sabré si no me abandonará otra vez cuando ya no le sea necesaria?. No quiero pensar, sólo quiero abandonarme, dejar de sentir este dolor, pero mi mente racional me zahiere una y otra vez recordando todos esos meses de mutismo.
Intento soltarme pero él me abraza aún más fuerte y me acerca al edificio para que la lluvia no me golpee. Me da ligeramente la vuelta y coloca mi espalda contra la pared, dejándome atrapada entre el edificio y su recio cuerpo. Se acerca a mí y con la nariz acaricia mi cuello.
- Ya no sé como pedirte perdón, me comporté como un estúpido dando por hecho que eras como el resto de las mujeres. Pero cuanto más te conozco, descubro más diferencias ante ellas, y mi corazón más te quiere. Cada día sin ti no es más que una agonía, no soy capaz de comer, de dormir, ni de concentrarme en el trabajo, hasta mi familia se está viendo afectada por mi hosca actitud. Me comporte como un imbécil, pero no creo merecer semejante castigo. Te necesito más que a mi propia vida...
Quiero creerle, quiero creer que sus palabras son sinceras, alzo las manos y tras cogerle el rostro lo coloco frente a mí.
- Te equivocas, yo para ti nunca seré lo más importante, estás casado con tu familia y con tu trabajo, no hay sitio para mí en tu vida. Por favor, no me hagas sufrir más haciéndome anhelar algo que jamás tendré. Puedo parecerte una niña, una niña que no es consciente de su responsabilidad. Pero no puedo, simplemente no puedo ocupar el lugar que tu me ofreces. No seré nunca un objeto para nadie.
Veo un ramalazo de furia en sus ojos, y por unos instantes su rostro se transfigura. Dejo caer mis manos un tanto asustada de su actitud, más aún cuando veo como se cierra su puño y golpea con fuerza la pared a mi espalda.
- Basta ya de poner en mis labios cosas que no he dicho. Sí cometí una estupidez dándote el espacio que creí necesitabas, pero jamás has sido un objeto para mí. Debía cumplir ciertas responsabilidades antes de poder centrarme en mi propia vida, pero todo está arreglado, y no pienso permitir que ni tu, ni esa mujer te aparten de mi lado – Se acerca aún más hasta mí hasta que nuestras narices casi se tocan – Eres mía ¿comprendes?. Y no cejaré hasta que lo comprendas.
Sin una sola palabra más se separa de mí y vuelve al salón completamente empapado sin importarle lo que dirá la gente al verle. Pero yo no puedo, simplemente no puedo enfrentarme a todos ellos, ni puedo enfrentarme a mi misma... Me dejo resbalar por la pared sin importarme nada más, hasta perderme en el llanto, en la desesperación. Sigo sin comprender porqué le doy más importancia a mi orgullo antes que a todo lo demás, porque sigo empeñada en negar que a pesar de todo lo sigo amando como el primer día.
Lloro desconsolada abrigada por el fragor de la tormenta que me oculta del resto del mundo, pero no de él, que finalmente vuelve con una manta en las manos, me cubre con ella, y sin que pueda decir nada me toma en voladas y me lleva al interior de la casa por una de las puertas laterales.
El simple gesto me desgarra aún más, me hace comprender cuanto me quiere a pesar de todo lo que le he negado estos últimos meses. Sus gestos tiernos y cariñosos mientras me seca, me hacen llorar más, hasta que al final deja la toalla, y me toma simplemente entre sus brazos.
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